En Viedma Galería de Arte, tuvo lugar el sábado 13 de julio una Visita Guiada de la muestra “Manar”, obra de la artista Ingrid Seall, cuya presentación incluyó cerca de 14 esculturas seleccionadas y distribuidas en todo el recinto. Al encuentro asistieron además estudiantes de Diseño de Interiores, Diseño Textil e Indumentaria, Diseño y Comunicación Gráfica, Arquitectura, Artes Plásticas, Educación Artística, de la Universidad Politécnica y Artística del Paraguay (UPAP), como parte de las actividades de Extensión Universitaria.
En la exhibición, Ingrid Seall propone un mundo intangible a través de la escultura. La temática en sus obras se plasma en la figura humana, las formas abstractas y los elementos en proceso de transformación: bronce, hierro y marmolina, que son los recursos con los que materializa sus ideas.
Su interés por las artes visuales la llevó también a explorar la tridimensionalidad de las formas con la cerámica y la plasticidad de su propio cuerpo en vínculo con la danza contemporánea. La obra “Manar” se presenta como un fluir constante en el que los límites entre una y otra pieza parecieran evaporarse. La danza de sus creaciones se reparte en la sala en un torbellino de materialidad, frescura y liviandad.
“Creo que todo el tiempo estamos en el camino y tener conciencia de eso, para mí fue como una revelación. Siempre pauté todas las acciones de mi vida pensando en una meta y cuando llegaba a la meta me parecía que faltaba otro trecho. Entonces me di cuenta de que tuve que hacer ese proceso. El camino y la transformación es lo que me está enriqueciendo”, explicó la artista en referencia a la trascendencia como fin de la obra.
Conectar con la esencia
Por otro lado, hizo alusión a la importancia de vivir y disfrutar el presente de transformación, y al mismo tiempo dedicarse a uno mismo en reconciliación con la tierra. La artista insistió en que se está olvidando lo más simple, el conectarnos con nosotros mismos.
“Estas obras, creo que también están hablando sobre nuestra desconexión con nosotros y con la tierra. Estamos como si fuéramos extraterrestres en esta tierra, como llevándonos a través del razonamiento, o sea a través de un pensamiento lógico de la racionalidad, nos estamos olvidando de todo lo intuitivo, que es lo que realmente nos conecta y me parece casi un llamado desesperado, una urgencia de volver a tener consciencia de eso”, se explayó.
La escultora resaltó que el primer compromiso social que asumimos es obedecer a un millón de estímulos externos, que nos hacen perder completamente contacto con nosotros, por lo que convivimos con un desconocido habitando un cuerpo.
“Este camino para mí fue como confirmar la idea de volver a la niñez, porque en la niñez hasta que no te lo van imponiendo no querés complacer a ninguno; vos estás descubriendo todo, todos los días hay un descubrimiento y todos los días es el compromiso de aprender de la experiencia, y tampoco ni siquiera tenemos esa maldad o algún resentimiento porque estamos nomás, como la filosofía Dasein de Heidegger, que es simplemente estar ahí”, expuso.
Así, consideró que una vez que conectemos de nuevo con nosotros, vamos a conectar de nuevo con la tierra, de nuevo con el compromiso de cuidar, de nuevo con “tantas cosas que nos pueden restaurar, porque tenemos todo para restaurarnos”.
A su vez, reconoció la necesidad de reconstruir la sociedad, “pienso en este mundo para mis hijas, para mis alumnos, para mi futuro cuando yo esté más viejita. Yo quiero un lugar que tenga coherencia con lo que somos, que somos parte de la tierra, la naturaleza en todo su amplio sentido, esa comunión con todo me parece fundamental”.
Las esculturas también cuentan con capas y curvas, a lo que la artista detalló que es como una progresión, cuanto más entramos a la introspección, más podemos ir descubriendo. “Es un ciclo de cuestionarse, un ciclo de ir descubriendo. Cubrir, descubrir. Ir destapando partes de nosotros”, contó.
Asimismo se refirió a la fijación en el cuerpo femenino. “Ineludiblemente el cuerpo femenino para mí es de donde sale el fruto, continúa la vida. Como cuento mi búsqueda en primera persona y habito un cuerpo femenino, seguramente desde ahí la referencia”, apuntó.
La puesta invita a formar parte de abstracciones, formas imaginadas y personajes que se pueden vislumbrar con la participación activa del espectador. La construcción de la obra es el resultado de ese “Manar”, un brotar irrefrenable de creación y abundancia.
Materiales nobles
La artista utiliza elementos de la naturaleza como la cera de abeja en fusión con otros elementos reciclados. “La varilla de hierro que yo uso para hacer la estructura en mi figura es lo más reciclado que hay en el planeta. Eso reafirma la idea, pero al mismo tiempo también es como ir rumiando el mismo concepto de reutilizamos, usamos, pensamos, reciclamos”, sostuvo y agregó que en el proceso creativo trabaja primero con lo más suave, blando, obediente, maleable y puro, que es la arcilla, la tierra, lo más noble; además señaló que la composición química de la arcilla es igual a nuestro cuerpo.
“Después paso a la cera de abejas, donde yo dependo, mi arte y todo el planeta depende de las abejas. Entonces, para producir mi obra, tengo que pasar y usar con el permiso de las abejas su cera. La cera después desaparece en el horno para darle lugar al bronce que va a ocupar ese lugar, cuando se derrite la cera entra el bronce a 1.300 grados a tomar la forma de eso. Y el bronce es un metal que viene de la naturaleza, que es reciclado y que después es lo más duro y lo más eterno que hay. Entonces es eternizar algo gracias a lo que te proporciona la naturaleza”, describió.
